Cuando Usted lea ésto, la fianza de más de 700 billones de
dólares ya será noticia vieja, una de las más grandes transacciones
de dinero en la historia.
Pero esa fianza no curará lo que aqueja a la nación que se cae y
se levanta como marinero borracho en su día libre.
Las razones son simples.
Porque los problemas son sistémicos, enquistados dentro de la
naturaleza de la maquinaria rapaz que se manifiesta por todas partes
alrededor nuestro. Como un dispositivo Rube Goldberg de formas
democráticas al servicio de las industrias financieras es una panza
sin fondo, una voraz boca siempre abierta que jamás es satisfecha.
¿Porqué no hubo una alarma cuando millones perdieron sus casas
por no poder hacer sus pagos debido a las tasas variantes de sus
hipotecas? ¿Porqué no sonó una alarma cuando millones perdieron sus
trabajos en producción manufacturera y tuvieron que conformarse con
trabajos de servicio que pagan poco? Cuando cayeron los niveles de
vida y bajaron los salarios a tasas de 1973... ¿porqué nadie sonó una
alarma?
¿Dónde estuvo la alarma?
No hubo alarma -- porque ésa era la "mano ciega del mercado" en
acción, la forma niveladora del globalismo, el nuevo orden mundial en
movimiento, preparando el camino para el triunfo del capitalismo uber
alles.
Muy pocos fueron los políticos que dieron voz a este inmenso
sufrimiento. Aún mucho más pocos usaron su poder para tratar de
aliviar la pena, porque los políticos también estaban borrachos con
el licor del globalismo.
Pero cuando las olitas se acrecentaron y llegaron arriba, del
cierre de las fianzas al cierre de los bancos -y de los bancos a las
casas de inversionistas, el Congreso se levantó de su borrachera, e
hizo sonar la alarma bién fuerte.
"Es un 11 de Setiembre económico!," gritaron algunos; "Es un
tsunami financiero!," vociferaron otros.
Cuando norteamericanos estaban atrapados con préstamos sin
garantías y millones confrontaron la pérdida de sus casas, ¿dónde
estuvo la alarma?
Más importante, ¿dónde estuvo la ayuda para los que estaban en
peligro?
En ningún lado. Por ninguna parte.
Si ellos los hubieran ayudado la presente crisis se habría
mitigado.
En cambio, estamos en una situación como cuando un estafador
pone su negocio en una esquina, haciendo fraudulentos juegos de
naipes, de pronto se aparece un policía. El policía, en vez de
arrestar al estafador, con su rifle saca lo que llevan los
transeuntes en los bolsillos, y entrega al ladrón todo lo que ha robado.
El estafador, naturalmente, son las casas de inversiones; el
policía, claro, es el Congreso -- y Usted es el transeunte, mentido y
robado por ambos.
Karl Marx y Friedrich Engels escribieron, hace160 años, que el
Estado es solamente el ejecutivo del capitalismo. Después de lo que
estamos viendo, ¿quién lo va dudar?
El Imperio se está desmoronando.
Traducción libre del inglés enviado
por Fatirah, litestar@aol.com, hecha en
REFUGIO DEL RIO GRANDE, Texas, EE.UU.
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Fall of the House of Capital? Mumia Abu-Jamal
By the time you read this the $700 billion bailout will have
been old news, one of the biggest transfers of wealth in history.
But it will not heal that which ails the nation as it trips and
stumbles like a drunken sailor on shore leave.
The reasons are simple.
For the problems are systemic, built into the rapacious nature
of the machinery humming all around us. The Rube Goldberg-like
contraption of democratic forms at the service of the financial
services industry is a bottomless maw, a gaping mouth that is never
sated.
Why was there no alarm when millions of people lost their homes
to foreclosures made inevitable by variable mortgage rates? When
millions lost manufacturing jobs to low paying service gigs? When
living standards crumbled, and when take home pay fell to 1973 levels?
Where was the alarm?
There was no alarm -- for this was the 'blind hand of the
market' at work, the leveling way of globalism, the new world order
moving through, preparing the way for the triumph of capitalism uber
alles.
Few were the politicians who gave voice to this immense social
suffering. Fewer still used their power to try to assuage their pain,
for they too were drunk on the wine of globalism.
But when the ripples spread upwards, from the foreclosed homes
to the foreclosing banks -and from the banks to investment houses,
Congress stirred from their drunken stupor, and rang alarm bells
loudest.
"It's an economic 9/11!", some bellowed; "It's a financial
tsunami!", yelled others.
When Americans were hoodwinked into ruinous sub-prime loans, and
millions were faced with foreclosures, where was the alarm?
More importantly, where was the help for those who were endangered?
Nowhere. Nowhere.
If they helped them the present economic crisis would've been
mitigated.
Instead, we're in a situation where a scam artist sets up shop
in a street-corner, playing a fraudulent 3-card monty hustle, and
along comes a cop. The cop, instead of rousting the scam artist,
rifles the pockets of every passerby, and delivers the stolen loot to
the scammer.
The scam artist, of course, is the financial investment houses;
the cop, of course, is Congress -- and you are the passerby, hustled
and robbed by both of them.
Karl Marx and Friedrich Engels wrote, 160 years ago, that the
State was but the executive for capitalist. After what we are all
seeing, who can doubt it?
The Empire is crumbling.
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